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- Un día de júbilo y diversión en el que se daban cita miles de visitantes llegados de muy diversos puntos del país
Carmen López
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Una de las celebraciones que mayor público atrae, y que goza de la Declaración de Interés Turístico en Andalucía, es la popularmente conocida como Fiesta del Pan en honor a San Sebastián, que tiene lugar en Lubrín los días 19 y 20 de enero y que ayer vivió su día grande. Tras tres años de ausencia el fervor era palpable entre vecinos y visitantes que tras el lanzamiento de cohetes a las 11:30 de la mañana, que anunciaba la proximidad de uno de los momentos más esperados del año, máxime en este 2023 que al fin ha regresado a las calles el patrón del municipio tras tres años de ausencia, primero por las incesantes lluvias y después por el estallido de la pandemia, y que ha hecho que a la ilusión, la emoción, la alegría y la devoción de lugareños y devotos del patrón fuera aún más notoria si cabe.
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A las 12 de la mañana, tras la Santa Misa el patrón, San Sebastián salía del templo, tradicionales roscas con huevos que adornan la imagen del patrón en su trono iniciando su recorrido procesional por las principales y estrechas calles de Lubrín, prácticamente enterrado entre estas famosas hogazas, pues comenzaba la lluvia de roscos de pan desde los balcones engalanados con flores y las banderas de España y Andalucía.La calle Iglesia, lugar donde se encuentra la parroquia de Nuestra Señora del Rosario, se encontraba abarrotada desde mucho antes de la salida del patrón en su día grande.
Entre los lubrileños se podían sentir los nervios y la ilusión por volver a ver al patrón en las calles y los primeros lanzadores de roscos comenzaban a hacer lo propio desde los balcones ante la atenta mirada de los que visitaban el municipio por primera vez y los que un año más han repetido llegados de muy diversos puntos de la geografía, de dentro y fuera de la provincia. Cabe reseñar en este punto que además de pan muchos vecinos arrojaban monedas y flores al paso del patrón de Lubrín.
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Instantes en los que tenía lugar esa peculiar pelea callejera entre los más jóvenes para ver quien conseguía el mayor número de roscos de pan, que acaban con una cuerda repleta de roscos de pan, mientras, con mucha maestría un grupo de vecinos de Lubrín portaban a hombros la imagen del santo sorteando el bullicio creado en el municipio al paso del santo y que lo convertían en un momento único. Y es que es un día en el que participa activamente todo el pueblo, desde los más pequeños hasta los más longevos disfrutando de esta festividad tan peculiar.
Un recorrido acompañado por los acordes de la Agrupación Musical ‘Los Juaranguinos’, y que los más jóvenes de la localidad intentaban alargar lo máximo posible realizando varias sentadas.
Y es que el pueblo acaba dividido en grupos, pero todos con un mismo fervor en el corazón, el deseo de venerar a su patrón y disfrutar de su día grande. Así, durante el recorrido del santo por las calles se podían observar cuatro grupos muy bien definidos. Por un lado estaban los lanzadores, que son los encargados de tirar los roscos de pan al paso de San Sebastián por debajo de sus balcones o ventanas, las que habían engalanado para la ocasión. Por otro lado se encontraban las personas de mayor edad y los turistas, que observaban el espectáculo sin perder detalle pero sin entrar de lleno en él.
El tercer grupo estaba formado por los vecinos portadores del trono, que protegen el santo durante todo su recorrido, de aproximadamente dos horas, hasta su regreso a la parroquia, y durante el que deben esquivar como mejor pueden los obstáculos a su paso para continuar con el recorrido procesional. Por último, los más llamativos son aquellos que se encargan de protagonizar la ‘batalla callejera’, que es uno de los grandes atractivos de este día, pues ‘luchan’ desde la ilusión y sin agresión por coger en el aire el mayor número posible de roscos y rosquillas.
Y tras tanto esfuerzo, hay que reponer fuerzas. Así, un año más, y tras la procesión, regresaba otra de las grandes tradiciones de esta festividad en el ‘Día del Santo’, grupos de amigos y familiares se reunían tanto en la plaza del pueblo como por las distintas calles para disfrutar de los roscos recogidos rellenos de anchoas y de embutidos de la zona, una de las señas de identidad de las gastronomía de Lubrín, para, posteriormente, continuar el día, como no podía ser de otra manera en la verbena, bailando al ritmo del grupo musical Los Vinilos.